1.1 Reseña histórica
La Unión Europea es el resultado de un proceso histórico de integración económica que se originó en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. No obstante, el germen de la idea de una unión entre los diferentes pueblos de Europa puede rastrearse mucho más atrás en el tiempo. Escritores, pensadores e intelectuales como Augusto Comte, Kant, Saint-Simon o Victor Hugo ya imaginaron, aunque fuera desde un punto de vista utópico, una unión de las naciones que componían la Europa de los siglos XVIII y XIX como una respuesta a las continuas guerras que asolaban constantemente el continente. Europa unida como respuesta a las guerras entre países.
Tras la Primera Guerra Mundial se plantearon varios modelos de unificación voluntaria y pacífica entre los distintos Estados europeos, pero ya no solo como respuesta a los conflictos bélicos, sino desde la consciencia de una pérdida de poder objetivo a nivel internacional frente a nuevas potencias hegemónicas como Estados Unidos, Japón o la URSS. Sin embargo, la gran crisis económica que tuvo lugar a partir de 1929 –la «gran depresión»- provocó un clima de tensión social dentro de los Estados que, con la llegada al poder de Adolf Hitler en 1933, dio al traste con las ideas de una unión pacífica de los Estados europeos.
Padres fundadores de la Unión Europea
Esta segunda catástrofe mostró a los líderes europeos el absurdo suicida que suponía perpetuar la confrontación entre Estados y la necesidad de establecer unos mecanismos de cooperación para alcanzar la paz.
Sin embargo, la integración económica europea tuvo un segundo elemento catalizador, y fue la presencia de la Unión Soviética en la frontera oriental cuya presencia suponía una amenaza para aquellos Estados con un sistema económico capitalista.
La creación del «telón de acero», tal y como definió Winston Churchill la línea imaginaria que tras la guerra dividió Europa, suponía la creación de dos bloques a nivel europeo e internacional, y el consecuente interés de Estados Unidos en la reconstrucción de unos debilitados Estados europeos que hicieran frente al avance del comunismo. De esta manera, la creación del Plan Marshall y de la OECE (Organización Europea de Cooperación Económica) supuso un primer paso para la cooperación y la integración económica de los países occidentales.
El «Movimiento Europeo» que surgió entonces se encontró frente a una primera dificultad, y es que unos Estados abogaban por la creación de organizaciones de cooperación (principalmente Reino Unido) frente a aquellos que abogaban por la integración y cesión de soberanía a órganos supranacionales (Francia).
Resultado de las teorías unionistas o de cooperación fue la creación de la OECE así como el Consejo de Europa, que cuenta con 47 miembros en la actualidad y cuya misión es la de promover y defender los principios de la democracia parlamentaria, el desarrollo y salvaguarda de los derechos humanos y libertades fundamentales.
La Comunidad Europea del Carbón y del Acero
Fuente: Wikimedia Commons
En la imagen se aprecian los seis países fundadores, así como la bandera originaria de la CECA. Llama la atención que Argelia, todavía colonia francesa, fue parte hasta su independencia de esta organización.
De igual manera, hasta la caída del Muro de Berlín solo la República Federal Alemana sería parte de los tratados.
Por el contrario, las tesis federalistas o que promovían la integración cristalizaron en la creación de las tres Comunidades Europeas: la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero que expiró en 2002), la CEE (Comunidad Económica Europea) y EURATOM (Comunidad Europea de la Energía Atómica).
Tras estas iniciativas y el éxito del Consejo de Europa, los Estados tomaron conciencia de la necesidad de dar un paso más hacia la construcción europea, y el 9 de mayo (día de la Unión Europea) de 1950, el ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman, propuso un plan diseñado por Jean Monnet para integrar y gestionar en común la producción franco-alemana de carbón y acero. Se extendía así una invitación a Alemania, el antiguo enemigo galo, así como posteriormente a todos los países europeos interesados, a compartir parte de su soberanía y avanzar en la reconciliación.
Fuente: www.europa.eu
A este mapa habría que sumar el conocido como BREXIT, proceso por el cual en 2019 Reino Unido salió de la UE y que sigue en proceso de establecimiento. Dicho esto, hemos planteado al inicio que las primeras ideas de una unión de naciones europeas surgieron sobre la base de premisas anti-belicistas, y que tras la destrucción de la Segunda Guerra Mundial y el contexto histórico de la Guerra Fría la reconstrucción económica del bloque europeo fue uno de los principales motores de integración. Sin embargo, una de las cuestiones que vertebra la construcción europea es «qué tipo de integración», es decir, hasta qué punto existe una voluntad o tendencia por parte de los Estados miembros de avanzar hacia un único Estado Europeo o bien, si el objetivo no va más allá de la creación de un espacio «privilegiado» de cooperación.
¿La Unión Europea es algo más allá de un mercado único? El Tratado de Maastricht explicitó que el mercado era uno de los tres pilares que componían la UE, siendo la política exterior y la cooperación judicial los otros dos. ¿Hasta qué punto la UE asemeja a un Estado? Si tomamos la definición clásica de Estado, el elemento definidor de la soberanía es el monopolio del uso legítimo de la violencia: solo el Estado, y no los particulares, tiene el monopolio del uso de la fuerza, tanto al interno como respecto a otros Estados. En este sentido, la Unión Europea tiene una labor de coordinación de los Estados Miembros.
Sin embargo, la tensión existente entre Estados partidarios de tesis unionistas y federalistas, no solo se manifestó en el plano de la integración económica, sino que en 1950, el jefe del gobierno francés, René Pleven, con el apoyo de Jean Monnet y Robert Schuman, propuso la creación de la Comunidad Europea de Defensa, a imagen de las otras Comunidades, y con el fin de dar un paso definitivo en la integración militar y defensiva de Europa. El proyecto fue ratificado por los seis Estados fundadores de la CECA, pero jamás llegó a entrar en vigor porque fue rechazado por la Asamblea Nacional Francesa. Tras este revés, el proyecto fue descartado cumpliendo la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) una función similar. Pero la voluntad de crear una unión entre Estados europeos que trascendiera el mercado único ha estado presente desde los orígenes de la UE, por lo que cabe preguntarse si el futuro depara la creación de unos Estados Unidos de Europa.